miércoles, 5 de junio de 2013

Desde un enfoque Kanteano hacia la ética en los negocios y la responsabilidad social


Los gerentes en las organizaciones enfrentan problemas éticos en su vida profesional todos los días, rara vez tienen que tomar decisiones que no entrañen alguna dimensión o faceta ética. Además de los aspectos éticos que supone la tomad de decisiones, también enfrentan dile

mas éticos en el curso del desempeño de sus responsabilidades de liderazgo.  La ética en la administración ha llegado a ser una preocupación vital de las organizaciones y la sociedad en las últimas décadas.

 

 
La ética en los negocios, como en la mayor parte de las áreas de la ética, a menudo tiende a centrarse en los principios que fundamentan los actos, en los propios actos y en sus consecuencias. El contraste más común se platea en todos los textos, entre Kant y la deontología, por un lado, y Bentham, Mill y el utilitalismo, por el otro. El primero se centra fundamentalmente en los principios de los actos, en su universalidad y justificación, mientras que el segundo se centra en las consecuencias de los actos, en su naturaleza buena o mala ( en relación con los beneficios y daños); pero está discusión no solo se concentra en comprender estas dos posturas, en los últimos años se ha estudiado un tercer elemento en la discusión que es la ética de la virtud quien no se centra tanto en los principios o las consecuencias del acto, ni siquiera en el propio acto, como en el agente, la persona que realiza el acto a la luz de las circunstancias y de todos sus demás actos. En la ética de la virtud se estudia el carácter de la persona, es decir, sus virtudes.

 

Es de suma importancia resaltar que en la discusión de este tema se puede caer fácilmente al relativismo, en discutir si una virtud es “pasajera” o solo una “moda”, pero lo que es cierto es que en una sociedad de negocios, la honradez y la cooperación parecerían ser virtudes no relativas, es decir, esenciales en cualquier forma de sociedad de mercado, y esto sería así sin importar cuánto se destaquen las virtudes opuestas de astucia y competitividad. La esencia del enfoque de la virtud en la ética de los negocios es que tenemos que alejarnos de la mentalidad de sólo tomar en cuenta la rentabilidad y pensar en los negocios como parte fundamental de una sociedad en la que vivir bien en conjunto, convivir con los demás y tener un sentido de autorespeto son centrales e indispensables; obtener utilidades, eso es sólo un medio.

 


Los enfoques del contrato social hacia la ética en los negocios tienen ya dos décadas de antigüedad. Las versiones detalladas y bien construidas del contrato social aplicado a los negocios empezaron a aparecer a principios de la década de 1980 y han cobrado gran ímpetu desde entonces. En el centro de la doctrina del contrato social reside un supuesto básico: comprenderemos mejor las obligaciones de las instituciones sociales fundamentales, como las compañías o el gobierno, si tratamos de entender lo que implica un pacto o contrato justo ente dichas instituciones y la sociedad. Antes de la segunda mitad del siglo XIX, la mayor parte de los intentos por establecer el contrato social se centraron en el contrato entre el gobierno y el pueblo. El filósofo inglés, Thomas Hobbes (1651), preguntó qué pacto subyacente entre el pueblo y el soberano era necesario para evitar el caos y la guerra. Jean-Jacques Rousseau (1997), el filósofo francés del siglo XVIII, preguntó qué pacto subyacente ofrecería más probabilidades de mejorar el bienestar social; y John Locke (1945), el filósofo inglés del siglo XVIII, preguntó qué pacto entre el Estado y la ciudadanía era necesario para proteger la libertad y la propiedad. John Rawls (1971) fue el primero en intentar articular los principios de la justicia por medio del contrato social e incluyó un análisis acerca de cómo definir la justicia por medio del contrato social e incluyó un análisis acerca de cómo definir la distribución económica justa. 

 

Hablar de los antecedentes de la ética en los negocios es ahondar en una amplia cartografía de autores, comenzando por Aristóteles que ya se plateaba entre sus más destacados estudios, la ética como parte de un ejercicio empresarial, desde luego, el segundo en la lista de autores preocupados por el hacer y el ser en las organizaciones es Kant; pero los estudios más contemporáneos son los realizados por Norman Bowie (1982, 1988) quien ya aplicó los estudios éticos a problemas concretos en los negocios. Freeman y Evan (1988), diseñaron un modelo complejo para la administración de todas las personas que intervienen en la empresa.  DesJardins y McCall (1985) realizan estudios respecto a la cuestión de las pruebas aleatorias de consumo de drogas que se administran a los empleados. Werhane (1984,1991) realiza un estudio en relación con una variedad de problemas en el campo de la administración de los recursos humanos.

 

El método del contrato social es sólo uno de los que se han empleado para esclarecer los problemas éticos en los negocios y los más recientes autores del tema han intentado formalmente de tender un puente entre la brecha de lo que “es” y lo que “debería ser” por medio del desarrollo de la teoría integradora de los contratos sociales (TICS).

 

El campo de la ética de los negocios surgió de la convergencia de intereses de varias disciplinas. Los investigadores han aprendido a conversar en el lenguaje de la filosofía y los estudios de administración.

 

El estudios de la ética en los negocios ha tenido mayor importancia solo en algunos temas, como son la discriminación, la mercadotecnia, la compraventa de información privilegiada, leyes y costumbres en los negocios extranjeros, el trato a los empleados de una compañía, sindicatos, nepotismo, contratación y despido.

Es increíble como convergen todas la disciplinas en los estudios sobre ética en los negocios.

Me llama fuertemente la atención el estudios de la ética de la naturaleza en las organizaciones y en suma el tema de la multiculturalidad en las organizaciones y el tema de la ética aplicada como una propuesta de reconstrucción de mejores estructuras organizacionales. Nielsen, Calas y Smircich, Rorty, Wicks, Gilbert y Freeman, Gates y West estudian una ética basada en el conocimiento profundo de las manifestaciones multiculturales en las organizaciones que permitan una mejor comprensión del entorno que nos ayudará a vivir y a trabajar en armonía.

 

Existen estudios interesantes que abordan temas éticos desde la óptica de las ciencias sociales y es que debemos considerar que desde el punto de vista ético se deben tomar en cuenta a todos los grupos que colaboran en una empresa, para que se les retribuya y se les trate de una manera justa y equitativa, sin olvidar que la empresa tiene una responsabilidad social; esto es esencial, dado que se debe a la sociedad que consume sus productos y servicios; y está le devuelve a través  de ingresos, lo necesario para que distribuya los beneficios entre todos los grupos que colaboran en ella. Se puede afirmar entonces, que una empresa es una organización en la que, de una manera armónica y colaborativa, diferentes grupos de personas unen su creatividad, esfuerzo y tiempo, para ofrecer una respuesta a una necesidad de la sociedad, a través de elaborar un producto u ofrecer un servicio, estás y otras definiciones hacen hincapié en la importancia del ser humano como piedra angular para que una empresa cumpla con su razón de ser, en la creatividad de las personas, en la realización de éstas en la empresa y en su participación en la construcción de una sociedad mejor. (Ramírez, 2007, p. 51).

 

Hoy más que nunca, ante una economía basada en el conocimiento, se hace necesario reconocer el papel detonador que juegan las personas para que una empresa tenga éxito. Las personas son las que crean valor a través de la innovación. Sólo aceptando lo anterior se puede crear valor para los clientes, los empleados, los accionistas y los demás grupos que colaboran en la empresa y se asegura que ésta perdure, y sin lugar a dudas, el reto de hoy es crear, más que producir, de ahí su alta responsabilidad social. El reto principal de una empresa en una economía basada en el conocimiento consiste en seleccionar, desarrollar y retener a su mejor gente. Hoy más que nunca, respetar la dignidad de la gente y permitirle realizarse a través de su trabajo son premisas no negociables. La empresa debe promover un desarrollo integral de su gente, es decir, que viva armoniosamente su misión tridimensional: su familia, su trabajo y su apoyo a la comunidad. Para poder comprender cómo funciona el ser humano en las organizaciones debemos estudiar su cultura y es ahí donde se engancha el tema de ética y responsabilidad social con el “intangible” pero contundente tema de cultura laboral: en cualquier empresa es necesario contar con una filosofía, una manera de pensar, de tal forma que toda la gente dirija sus esfuerzos y decisiones en torno a las metas y objetivos acordes con la visión y la misión empresarial. Para que las personas disfruten y hagan suya la cultura de la empresa, es necesario que se identifiquen con la organización, es decir, que adecuen sus valores personales a los valores de su organización; cuando existe esta sintonía, lo más probable es que las personas se entregarán sin reserva para que su compañía sea exitosa y cumpla con su responsabilidad social. Desde un enfoque ético, podemos afirmar que la cultura de una empresa son los valores, los criterios morales que definen aquello en lo que la empresa cree.

 

Aunque el tema de responsabilidad social recibió cierta atención antes de la década de lo 1960, fue la preocupación de la sociedad por las cuestiones sociales en aquellos años lo que confirió la importancia sin precedentes al concepto de responsabilidad social en las organizaciones de negocios (De George, 1985). El concepto de responsabilidad social se forjó durante un periodo de diez años en donde el mundo vivía en un cambiante interés por las actividades del hombre en las organizaciones y como consecuencia de cambiantes valores sociales. El concepto de responsabilidad social es, fundamentalmente, un concepto ético. Implica modificar las ideas sobre el bienestar humano, y destaca el interés en las dimensiones sociales de la actividad de negocios que se relacionan con el mejoramiento de la calidad de vida. El concepto proporciona una forma de que las compañías se preocupen por estas dimensiones sociales y presten atención a los efectos sociales que producen. La palabra responsabilidad implica cierto tipo de obligación de solucionar los problemas sociales que se supone que las organizaciones de negocios tienen con la sociedad con las que funcionan. Por tanto, se trata de un concepto normativo que tiene que ver con el comportamiento y las políticas que las empresas deben adoptar.

 

El debate acerca de la responsabilidad social reflejó muchas dimensiones éticas o morales. Los partidarios del concepto expusieron estos siete puntos:

  1. Las compañías tienen que adaptarse al cambio social si esperar sobrevivir.
  2. Deben adoptar un punto de vista de largo plazo de sus propios intereses, y contribuir a solucionar los problemas sociales con el propósito de crear un mejor ambiente para su desenvolvimiento.
  3. Las compañías se formularán una mejor imagen pública si son responsables en el aspecto social.
  4. Es posible evitar la regulación gubernamental si las empresas satisfacen las expectativas sociales cambiantes de la sociedad.
  5. Las compañías cuentan con enormes recursos que serían útiles para resolver problemas sociales.
  6. Es factible transformar los problemas sociales en oportunidades de negocios lucrativos.
  7. Las compañías tienen la obligación moral de contribuir a resolver los problemas sociales que han creado o perpetuado. (Frederick, 2001, p. 367)

Existen opositores al termino de responsabilidad social sin embargo la puesta en la mesa organizacional es un tema que será importante para las organizaciones verdaderamente comprometidas con la calidad de vida y no sólo con el punto tres de la lista en donde muchas organizaciones se han quedado ancladas y su “apariencia buena onda” ha dejado muchas más utilidades de las que se hayan imaginado, lo que lleva a la reflexión de que la responsabilidad social es usada mercenariamente como alianza mercadológica y línea de venta.

 

Aunque la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es inherente a la empresa, recientemente se ha convertido en una nueva forma de gestión y de hacer negocios, en la cual la empresa se ocupa de que sus operaciones sean sustentables en lo económico, lo social y lo ambiental, reconociendo los intereses de los distintos grupos con los que se relaciona y buscando la preservación del medio ambiente y la sustentabilidad de las generaciones futuras. Es una visión de negocios que integra el respeto por las personas, los valores éticos, la comunidad y el medioambiente con la gestión misma de la empresa, independientemente de los productos o servicios que ésta ofrece, del sector al que pertenece, de su tamaño o nacionalidad.

 

La responsabilidad social no debe confundirse con prácticas de filantropía, éticas o ambientales exclusivamente, ni con cualquier otra actividad adicional al propósito de la empresa. Su implementación conlleva actividades de medición y reporte de sus impactos y su relación con el desempeño de la organización, por lo que exige de la empresa rendición de cuentas y transparencia.

 

La Responsabilidad Social Empresarial se refiere también a la actitud y al conocimiento de una empresa encaminada a mantener el equilibrio entre el desarrollo de la sociedad, un entorno sustentable, y la viabilidad comercial y económica de ella misma.

 

La aspiración de una empresa por la responsabilidad social se fundamenta en el reconocimiento de la mutua interdependencia de todos los actores sociales, económicos y ambientales afectados positiva o negativamente por la actividad de la organización, y por lo tanto en el reconocimiento de que todos ellos cuentan con intereses legítimos sobre estas actividades.

 

La empresa que incursiona a este rubro recibe por ello beneficios como la eficiencia y la responsabilidad individual y colectiva; un balance entre la vida personal y laboral; un impacto positivo en la rentabilidad, eficiencia y productividad; mejores relaciones obrero patronales; y la percepción de la empresa como altamente humana y socialmente responsable.

 

En términos puntuales, se pueden enumerar otros beneficios:

• Reduce el ausentismo laboral.

• Disminuye la rotación de personal.

• Reduce el estrés y motiva a los trabajadores.

• Mejora la eficiencia y el rendimiento en el trabajo.

• Crea líderes proactivos al interior de la empresa.

• Mejora la imagen de la compañía.

• Genera identificación con la empresa e integración del personal.

• Mejora el clima organizacional al interior de la empresa.

• Brinda un aspecto humano a la empresa y la pone en contacto directo con la sociedad.

• Desarrolla a las personas, tanto en el plano personal como en el profesional, al abrirles más posibilidades de participación en las actividades de la empresa, acumulando más experiencia y ofreciéndoles más oportunidades de realización personal a los empleados y trabajadores.

 

La ética en los negocios es ética aplicada. Es la aplicación de nuestra comprensión de lo que es bueno y correcto a esa variedad de instituciones, tecnologías, transacciones, actividades y búsquedas llamadas negocios. (Velasquez, 2006, p.1)

 

 

 

REFERENCIAS

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