Los
gerentes en las organizaciones enfrentan problemas éticos en su vida
profesional todos los días, rara vez tienen que tomar decisiones que no
entrañen alguna dimensión o faceta ética. Además de los aspectos éticos que
supone la tomad de decisiones, también enfrentan dile
mas éticos en el curso del desempeño de sus responsabilidades de liderazgo. La ética en la administración ha llegado a ser una preocupación vital de las organizaciones y la sociedad en las últimas décadas.
mas éticos en el curso del desempeño de sus responsabilidades de liderazgo. La ética en la administración ha llegado a ser una preocupación vital de las organizaciones y la sociedad en las últimas décadas.
La
ética en los negocios, como en la mayor parte de las áreas de la ética, a
menudo tiende a centrarse en los principios que fundamentan los actos, en los
propios actos y en sus consecuencias. El contraste más común se platea en todos
los textos, entre Kant y la deontología, por un lado, y Bentham, Mill y el
utilitalismo, por el otro. El primero se centra fundamentalmente en los
principios de los actos, en su universalidad y justificación, mientras que el
segundo se centra en las consecuencias de los actos, en su naturaleza buena o
mala ( en relación con los beneficios y daños); pero está discusión no solo se
concentra en comprender estas dos posturas, en los últimos años se ha estudiado
un tercer elemento en la discusión que es la ética de la virtud quien no se
centra tanto en los principios o las consecuencias del acto, ni siquiera en el
propio acto, como en el agente, la persona que realiza el acto a la luz de las
circunstancias y de todos sus demás actos. En la ética de la virtud se estudia
el carácter de la persona, es decir, sus virtudes.
Es
de suma importancia resaltar que en la discusión de este tema se puede caer
fácilmente al relativismo, en discutir si una virtud es “pasajera” o solo una
“moda”, pero lo que es cierto es que en una sociedad de negocios, la honradez y
la cooperación parecerían ser virtudes no relativas, es decir, esenciales en
cualquier forma de sociedad de mercado, y esto sería así sin importar cuánto se
destaquen las virtudes opuestas de astucia y competitividad. La esencia del
enfoque de la virtud en la ética de los negocios es que tenemos que alejarnos
de la mentalidad de sólo tomar en cuenta la rentabilidad y pensar en los
negocios como parte fundamental de una sociedad en la que vivir bien en
conjunto, convivir con los demás y tener un sentido de autorespeto son
centrales e indispensables; obtener utilidades, eso es sólo un medio.
Los
enfoques del contrato social hacia la ética en los negocios tienen ya dos
décadas de antigüedad. Las versiones detalladas y bien construidas del contrato
social aplicado a los negocios empezaron a aparecer a principios de la década
de 1980 y han cobrado gran ímpetu desde entonces. En el centro de la doctrina
del contrato social reside un supuesto básico: comprenderemos mejor las
obligaciones de las instituciones sociales fundamentales, como las compañías o
el gobierno, si tratamos de entender lo que implica un pacto o contrato justo
ente dichas instituciones y la sociedad. Antes de la segunda mitad del siglo
XIX, la mayor parte de los intentos por establecer el contrato social se
centraron en el contrato entre el gobierno y el pueblo. El filósofo inglés,
Thomas Hobbes (1651), preguntó qué pacto subyacente entre el pueblo y el
soberano era necesario para evitar el caos y la guerra. Jean-Jacques Rousseau
(1997), el filósofo francés del siglo XVIII, preguntó qué pacto subyacente
ofrecería más probabilidades de mejorar el bienestar social; y John Locke
(1945), el filósofo inglés del siglo XVIII, preguntó qué pacto entre el Estado
y la ciudadanía era necesario para proteger la libertad y la propiedad. John
Rawls (1971) fue el primero en intentar articular los principios de la justicia
por medio del contrato social e incluyó un análisis acerca de cómo definir la
justicia por medio del contrato social e incluyó un análisis acerca de cómo
definir la distribución económica justa.
Hablar
de los antecedentes de la ética en los negocios es ahondar en una amplia cartografía
de autores, comenzando por Aristóteles que ya se plateaba entre sus más
destacados estudios, la ética como parte de un ejercicio empresarial, desde
luego, el segundo en la lista de autores preocupados por el hacer y el ser en
las organizaciones es Kant; pero los estudios más contemporáneos son los
realizados por Norman Bowie (1982, 1988) quien ya aplicó los estudios éticos a
problemas concretos en los negocios. Freeman y Evan (1988), diseñaron un modelo
complejo para la administración de todas las personas que intervienen en la
empresa. DesJardins y McCall (1985)
realizan estudios respecto a la cuestión de las pruebas aleatorias de consumo
de drogas que se administran a los empleados. Werhane (1984,1991) realiza un
estudio en relación con una variedad de problemas en el campo de la
administración de los recursos humanos.
El
método del contrato social es sólo uno de los que se han empleado para
esclarecer los problemas éticos en los negocios y los más recientes autores del
tema han intentado formalmente de tender un puente entre la brecha de lo que
“es” y lo que “debería ser” por medio del desarrollo de la teoría integradora
de los contratos sociales (TICS).
El
campo de la ética de los negocios surgió de la convergencia de intereses de
varias disciplinas. Los investigadores han aprendido a conversar en el lenguaje
de la filosofía y los estudios de administración.
El
estudios de la ética en los negocios ha tenido mayor importancia solo en
algunos temas, como son la discriminación, la mercadotecnia, la compraventa de
información privilegiada, leyes y costumbres en los negocios extranjeros, el
trato a los empleados de una compañía, sindicatos, nepotismo, contratación y
despido.
Es
increíble como convergen todas la disciplinas en los estudios sobre ética en
los negocios.
Me
llama fuertemente la atención el estudios de la ética de la naturaleza en las
organizaciones y en suma el tema de la multiculturalidad en las organizaciones y
el tema de la ética aplicada como una propuesta de reconstrucción de mejores
estructuras organizacionales. Nielsen, Calas y Smircich, Rorty, Wicks, Gilbert
y Freeman, Gates y West estudian una ética basada en el conocimiento profundo
de las manifestaciones multiculturales en las organizaciones que permitan una
mejor comprensión del entorno que nos ayudará a vivir y a trabajar en armonía.
Existen
estudios interesantes que abordan temas éticos desde la óptica de las ciencias
sociales y es que debemos considerar que desde el punto de vista ético se deben
tomar en cuenta a todos los grupos que colaboran en una empresa, para que se
les retribuya y se les trate de una manera justa y equitativa, sin olvidar que
la empresa tiene una responsabilidad social; esto es esencial, dado que se debe
a la sociedad que consume sus productos y servicios; y está le devuelve a
través de ingresos, lo necesario para
que distribuya los beneficios entre todos los grupos que colaboran en ella. Se
puede afirmar entonces, que una empresa es una organización en la que, de una
manera armónica y colaborativa, diferentes grupos de personas unen su
creatividad, esfuerzo y tiempo, para ofrecer una respuesta a una necesidad de
la sociedad, a través de elaborar un producto u ofrecer un servicio, estás y
otras definiciones hacen hincapié en la importancia del ser humano como piedra
angular para que una empresa cumpla con su razón de ser, en la creatividad de
las personas, en la realización de éstas en la empresa y en su participación en
la construcción de una sociedad mejor. (Ramírez, 2007, p. 51).
Hoy
más que nunca, ante una economía basada en el conocimiento, se hace necesario
reconocer el papel detonador que juegan las personas para que una empresa tenga
éxito. Las personas son las que crean valor a través de la innovación. Sólo
aceptando lo anterior se puede crear valor para los clientes, los empleados,
los accionistas y los demás grupos que colaboran en la empresa y se asegura que
ésta perdure, y sin lugar a dudas, el reto de hoy es crear, más que producir,
de ahí su alta responsabilidad social. El reto principal de una empresa en una
economía basada en el conocimiento consiste en seleccionar, desarrollar y
retener a su mejor gente. Hoy más que nunca, respetar la dignidad de la gente y
permitirle realizarse a través de su trabajo son premisas no negociables. La
empresa debe promover un desarrollo integral de su gente, es decir, que viva
armoniosamente su misión tridimensional: su familia, su trabajo y su apoyo a la
comunidad. Para poder comprender cómo funciona el ser humano en las
organizaciones debemos estudiar su cultura y es ahí donde se engancha el tema
de ética y responsabilidad social con el “intangible” pero contundente tema de
cultura laboral: en cualquier empresa es necesario contar con una filosofía,
una manera de pensar, de tal forma que toda la gente dirija sus esfuerzos y
decisiones en torno a las metas y objetivos acordes con la visión y la misión
empresarial. Para que las personas disfruten y hagan suya la cultura de la
empresa, es necesario que se identifiquen con la organización, es decir, que
adecuen sus valores personales a los valores de su organización; cuando existe
esta sintonía, lo más probable es que las personas se entregarán sin reserva
para que su compañía sea exitosa y cumpla con su responsabilidad social. Desde
un enfoque ético, podemos afirmar que la cultura de una empresa son los
valores, los criterios morales que definen aquello en lo que la empresa cree.
Aunque
el tema de responsabilidad social recibió cierta atención antes de la década de
lo 1960, fue la preocupación de la sociedad por las cuestiones sociales en
aquellos años lo que confirió la importancia sin precedentes al concepto de
responsabilidad social en las organizaciones de negocios (De George, 1985). El
concepto de responsabilidad social se forjó durante un periodo de diez años en
donde el mundo vivía en un cambiante interés por las actividades del hombre en
las organizaciones y como consecuencia de cambiantes valores sociales. El concepto
de responsabilidad social es, fundamentalmente, un concepto ético. Implica
modificar las ideas sobre el bienestar humano, y destaca el interés en las
dimensiones sociales de la actividad de negocios que se relacionan con el
mejoramiento de la calidad de vida. El concepto proporciona una forma de que
las compañías se preocupen por estas dimensiones sociales y presten atención a
los efectos sociales que producen. La palabra responsabilidad implica cierto
tipo de obligación de solucionar los problemas sociales que se supone que las
organizaciones de negocios tienen con la sociedad con las que funcionan. Por
tanto, se trata de un concepto normativo que tiene que ver con el
comportamiento y las políticas que las empresas deben adoptar.
El
debate acerca de la responsabilidad social reflejó muchas dimensiones éticas o
morales. Los partidarios del concepto expusieron estos siete puntos:
- Las
compañías tienen que adaptarse al cambio social si esperar sobrevivir.
- Deben
adoptar un punto de vista de largo plazo de sus propios intereses, y
contribuir a solucionar los problemas sociales con el propósito de crear
un mejor ambiente para su desenvolvimiento.
- Las
compañías se formularán una mejor imagen pública si son responsables en el
aspecto social.
- Es
posible evitar la regulación gubernamental si las empresas satisfacen las
expectativas sociales cambiantes de la sociedad.
- Las
compañías cuentan con enormes recursos que serían útiles para resolver
problemas sociales.
- Es
factible transformar los problemas sociales en oportunidades de negocios
lucrativos.
- Las
compañías tienen la obligación moral de contribuir a resolver los
problemas sociales que han creado o perpetuado. (Frederick, 2001, p. 367)
Existen
opositores al termino de responsabilidad social sin embargo la puesta en la
mesa organizacional es un tema que será importante para las organizaciones
verdaderamente comprometidas con la calidad de vida y no sólo con el punto tres
de la lista en donde muchas organizaciones se han quedado ancladas y su
“apariencia buena onda” ha dejado muchas más utilidades de las que se hayan
imaginado, lo que lleva a la reflexión de que la responsabilidad social es
usada mercenariamente como alianza mercadológica y línea de venta.
Aunque la Responsabilidad
Social Empresarial (RSE) es inherente a la empresa, recientemente se ha
convertido en una nueva forma de gestión y de hacer negocios, en la cual la
empresa se ocupa de que sus operaciones sean sustentables en lo económico, lo
social y lo ambiental, reconociendo los intereses de los distintos grupos con
los que se relaciona y buscando la preservación del medio ambiente y la
sustentabilidad de las generaciones futuras. Es una visión de negocios que
integra el respeto por las personas, los valores éticos, la comunidad y el
medioambiente con la gestión misma de la empresa, independientemente de los
productos o servicios que ésta ofrece, del sector al que pertenece, de su
tamaño o nacionalidad.
La responsabilidad social no
debe confundirse con prácticas de filantropía, éticas o ambientales
exclusivamente, ni con cualquier otra actividad adicional al propósito de la
empresa. Su implementación conlleva actividades de medición y reporte de sus
impactos y su relación con el desempeño de la organización, por lo que exige de
la empresa rendición de cuentas y transparencia.
La Responsabilidad Social
Empresarial se refiere también a la actitud y al conocimiento de una empresa
encaminada a mantener el equilibrio entre el desarrollo de la sociedad, un
entorno sustentable, y la viabilidad comercial y económica de ella misma.
La aspiración de una empresa
por la responsabilidad social se fundamenta en el reconocimiento de la mutua
interdependencia de todos los actores sociales, económicos y ambientales
afectados positiva o negativamente por la actividad de la organización, y por
lo tanto en el reconocimiento de que todos ellos cuentan con intereses
legítimos sobre estas actividades.
La empresa que incursiona a
este rubro recibe por ello beneficios como la eficiencia y la responsabilidad
individual y colectiva; un balance entre la vida personal y laboral; un impacto
positivo en la rentabilidad, eficiencia y productividad; mejores relaciones
obrero patronales; y la percepción de la empresa como altamente humana y
socialmente responsable.
En términos puntuales, se pueden enumerar otros
beneficios:
• Reduce el ausentismo laboral.
• Disminuye la rotación de personal.
• Reduce el estrés y motiva a los trabajadores.
• Mejora la eficiencia y el rendimiento en el
trabajo.
• Crea líderes proactivos al interior de la
empresa.
• Mejora la imagen de la compañía.
• Genera identificación con la empresa e
integración del personal.
• Mejora el clima organizacional al interior de la
empresa.
• Brinda un aspecto humano a la empresa y la pone
en contacto directo con la sociedad.
• Desarrolla a las personas, tanto en el plano
personal como en el profesional, al abrirles más posibilidades de participación
en las actividades de la empresa, acumulando más experiencia y ofreciéndoles
más oportunidades de realización personal a los empleados y trabajadores.
La
ética en los negocios es ética aplicada. Es la aplicación de nuestra
comprensión de lo que es bueno y correcto a esa variedad de instituciones,
tecnologías, transacciones, actividades y búsquedas llamadas negocios. (Velasquez,
2006, p.1)
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