Los
diferentes tipos de capital se han difundido crecientemente en la literatura de
las ciencias sociales. Al concepto de capital físico de la economía se agregó
luego el concepto de capital humano, y
recientemente el de capital social. No obstante constituir una novedad
su gran difusión actual, el capital social tiene una larga historia intelectual
en las ciencias sociales. El primer, si bien aislado uso del término en el
sentido contemporáneo fue el de Lydia J. Hanifan (1920) que utilizó el concepto
para explicar el rol de la participación comunitaria en determinar el resultado
de la educación local: capital social se refiere a los aspectos intangibles
relevantes en la vida cotidiana de las personas: buena voluntad, compañía,
simpatía, y relaciones sociales entre los individuos y la familia que permiten
la unidad social (Hanifan 1920, p. 78).
Desaparecido
como concepto por medio siglo, el capital social fue reinventado por Jane
Jacobs (1961) en el inicio de los años sesenta, donde “los networks
constituyen capital social insustituible de una ciudad. Cuando el capital
social se ha perdido, por cualquier causa, el rédito que produce desaparece,
hasta que nuevo capital social es lentamente acumulado” (Jacobs 1961, 138).
Sucesivamente, ha sido elaborado por Glenn Loury (1977) en los años setenta y después por James
Coleman (1988) en los años ochenta. Un enfoque complementario fue desarrollado
por Pierre Bourdieu [Bourdieu-Passeron 1970] en los años setenta pero se afirmó
sólo a fines de los años ochenta. Sin embargo, el mayor interés sobre el
argumento se tuvo con el trabajo de Robert Putnam (1993) sobre el rendimiento
de la institución Región en Italia, y sobre su provocativa tesis de que los
americanos en el siglo veinte fueron “bowling alone” (Putnam 1995). También en la ciencia económica, es hoy
generalizada la idea de que el capital social sea el anillo faltante en el
proceso de generación del desarrollo económico.
Capital
físico, capital natural y capital humano determinan sólo en parte el proceso de
crecimiento económico por cuanto descuidan el modo en el cual los actores
económicos interactúan entre sí. Al igual que el capital físico y el capital
humano, entonces, el capital social, representa tanto un input del desarrollo
económico como un factor explicativo del mismo. Así como el capital físico está
constituido por el conjunto de los instrumentos materiales que hacen posible la
producción, y el capital humano está constituido por algunas características
personales que se manifiestan en habilidades y capacidades utilizables en el
proceso productivo, el capital social está formado por relaciones que facilitan
la actividad productiva.
Mientras
el capital físico es tangible, por cuanto es incorporado en formas materiales
observables, y el capital humano es
menos tangible, siendo incorporado en los conocimientos y competencias
adquiridas en la vida de un individuo en los diferentes procesos de formación,
el capital social es todavía menos tangible, y es incorporado en las relaciones
entre actores (Bourdieu 1986, Coleman 1988). El capital social es reconstruido
como un fenómeno interdisciplinario y multidimensional de
El punto
de vista que considera el capital social como confianza generalizada se
encuentra principalmente en los trabajos de Putnam (1993) y de Fukuyama (1996,
2000). Putnam entiende por capital social: la confianza, las normas que regulan
la convivencia, las redes de asociacionismo cívico, elementos que mejoran la
eficiencia de la organización social promoviendo iniciativas de común acuerdo
(Putnam 1993, p. 196). En el pensamiento del sociólogo americano el capital
social posee tres dimensiones: la
confianza, las normas cívicas, y el asociacionismo.
Los
bienes que forman el capital social (como la confianza, y las redes asociativas)
tienden a autoreforzarse y a tener efecto acumulativo. Los círculos virtuosos
tienen como resultado equilibrios sociales con altos niveles de cooperación,
confianza, reciprocidad, compromiso cívico y bienestar colectivo. Son estos los
componentes de la civilidad y por lo tanto de la comunidad cívica (1993,
208-209). Las relaciones verticales, al contrario, comprometen personas
vinculadas entre sí por relaciones asimétricas, jerárquicas y de dependencia y
no poseen las virtudes de aquellas horizontales, o sea no tienen capacidad de
estimular la confianza y de apoyar la cooperación (1993, 204). Por otra parte
Fukuyama luego de haber definido la confianza como: la expectativa, que nace en
el interior de una comunidad, de un comportamiento previsible, correcto y
cooperativo, basado sobre normas comúnmente compartidas, por parte de sus
miembros, concibe el capital social como
un recurso que nace por el prevalecer de la confianza en la sociedad o en una
parte de ella (1995).
El
capital social entendido como relaciones sociales está asociado a los trabajos
de Bourdieu (1986), Coleman (1988). El sociólogo francés Bourdieu concibe el
capital social como la suma de los recursos actuales o potenciales vinculados a
la posesión de una red durable de relaciones de recíproco conocimiento y
reconocimiento más o menos institucionalizadas. El volumen de capital social
poseído por un agente dado depende de la dimensión de la red de relaciones que
el agente puede efectivamente movilizar y por el volumen de capital (económico,
cultural o simbólico) poseído por cualquier otro agente con los cuales se ha
relacionado (Bourdieu 1986, 249). Coleman afirma que el capital social es
definido por su función. Este no es una simple entidad, sino una variedad de
diferentes entidades, con dos elementos en común: todas poseen algunos aspectos
de la estructura social, y facilitan ciertas acciones de los agentes – tanto
personas como empresas – en el interior de la estructura (Coleman 1988, S98)
Para el autor, al igual que las otras formas de capital, el capital social es
productivo, haciendo posible la adquisición de ciertos fines que en su ausencia
no serían posibles. Como el capital físico y el capital humano, el capital
social no es completamente fungible, pero puede ser específico para ciertas
actividades. Una forma dada de capital social que es preciosa en el facilitar
ciertas acciones, puede ser no útil o hasta dañina para otros. Al contrario de
otras formas de capital, el capital social reside en la estructura de las
relaciones entre los actores. Este no encuentra sitio ni entre los actores
mismos, ni en la actuación física de la producción (1988).
El concepto de capital social, entonces,
concierne a la estructura de las relaciones sociales entre dos o más personas,
mientras la función identificada por el concepto de capital social es el valor
de aquellos aspectos de la estructura social que para los actores representan
recursos utilizables para alcanzar sus intereses. Tres son en particular las
formas consideradas por el autor: 1) obligaciones y expectativas; 2) canales
informativos; 3) normas y sanciones sociales. La primera forma de capital
social parte de la cuestión que en algunas estructuras sociales las personas
hacen siempre algo por los demás. Si A hace algo por B y tiene confianza de que
B devolverá en el futuro, se instaura una expectativa en A y una obligación en
B. Esta forma de capital social depende de dos elementos: de la confianza en el
ambiente social, por cuanto se espera que las obligaciones sean devueltas, y
por la entidad de las obligaciones mismas. La segunda forma de capital social
es el potencial de información inherente a las relaciones sociales. El capital
de relación, en efecto, convierte en disponible la adquisición de informaciones
que de otro modo no estarían disponibles o lo estarían a costos muy elevados.
Por último, una potente forma de capital social está constituida por las normas
que (cuando existen y son efectivas y son apoyadas por sanciones) facilitan
ciertas acciones.
Hoy en día, el capital social se forma ahora a través de redes sociales
y las redes sociales ahora están sido mediadas por computadores, medios
electrónicos e internet. Una red social, de la cual se desprende una comunidad
virtual, no es otra cosa más que un grupo de personas que comprende los
siguientes elementos:
- Desean interactuar para satisfacer sus
necesidades o llevar a cabo roles específicos.
- Comparten un propósito determinado que constituye
la razón de ser de la comunidad.
Interactúa mediante herramientas tecnológicas que
facilitan la cohesión entre los miembros, sin importar su ubicación física.
Una
comunidad virtual queda definida por los siguientes aspectos:
- La comunidad como un lugar de carácter social o
económico: en el que los individuos pueden mantener relaciones.
- La comunidad como símbolo: porque posee una
dimensión simbólica, los individuos tienden a sentirse (simbólicamente)
unidos a la comunidad virtual, creándose una sensación de pertenencia.
- La comunidad virtual como tal posee rasgos
comunes a las comunidades físicas, sin embargo el rasgo diferenciador es
que ésta se desarrolla, al menos parcialmente, en un lugar virtual, o en
un lugar construido a partir de conexiones telemáticas.
Las Redes Sociales
están cobrando gran importancia en la sociedad actual, reflejando la necesidad
del ser humano de expresión y reconocimiento, bien lo dijo Aristóteles “El
Hombre es un ser sociable por naturaleza”, pues para satisfac
Entre las funciones principales de los miembros de una
comunidad virtual se pueden encontrar las siguientes:
- Comunicación
- Solidaridad
- Socialización
- Debate
Los aspectos fundamentales de las redes sociales y las
comunidades virtuales en internet se centran en dos ideas:
La comunicación y un deseo de relación entre los miembros
con intereses comunes.
En las diversas redes sociales siempre se trata de
fortalecer el sentimiento de comunidad, analizar necesidades para encontrar
similitudes, fomentar la autogestión, minimizar el control, especializar roles,
y estructurar tecnología.
Los principales beneficios que aportan las redes
sociales en los negocios actuales son los siguientes: exposición de marca,
marketing de relaciones, reducción de costos, provisión de ingresos, desarrollo
de nuevos productos, creación de barreras de entrada y adquisición de nuevos
clientes.
Algunos años atrás, específicamente en el 2000 y 2001
surgieron los primeros sitios dedicados a formar grupos de amigos que llegaron
a ser bastante populares: My Space, Friendster, Tribe, el primero surgido en
Estados Unidos, que tenía como interés común entre los usuarios la música,
convirtiéndose en una gran herramienta para que músicos independientes dieran a
conocer sus propuestas. Más tarde llegó el famoso Facebook que actualmente está
en pleno auge siendo la red social número uno y que nació como parte de un
proyecto para mantener contacto entre universitarios.
Pero no debemos dejar de lado Twitter que en muy poco
tiempo se ha transformando en un factor clave para hacer negocio y ganar mayor
credibilidad con los consumidores. Esta red ha crecido mucho en los últimos
años, llegando a 100 millones de usuarios en el mundo. Hoy en día formar parte
de una Red Social ya no es cuestión de gusto pues ha empezado a ser parte de la
necesidad de estar actualizados y presentes socialmente.
No cabe duda
que esto es cierto: "Un grupo de empleados se reúne en torno a la máquina
de café. Bromean, comentan, charlan, discuten. El juego ha comenzado y quien
mejor maneje las fichas, con aprendizaje e inteligencia, tendrá el éxito mucho
más a mano. Parece una broma, pero no lo es. Las Redes sociales que tejemos en
nuestro entorno empresarial, interna y externamente, son miles de veces más
útiles que nuestro currículum". Alejandro Asúnsolo, Responsable de Microsoft SB Portal
La cibercultura emerge como consecuencia del asiduo
uso de las computadoras y dispositivos digitales para las comunicaciones, el
entretenimiento y los negocios. Para analistas del concepto como Fernando
Quiñones “…no está claro si la cibercultura es una evolución de la cultura. Si
la primera contiene a la segunda o viceversa, o es una nueva forma de
categorizar la suma de conceptos, modos de pensar, actitudes y patrones de
comportamientos de los individuos en su entorno social mediado por las
tecnologías de comunicación. Lo que sí está claro es que las mismas tecnologías
han generado una gran revolución en la manera de acceder, apropiarse y
transmitir la información, generando nuevos desarrollos sociales, políticos y
económicos, que es lo que el común de la gente interpreta como cibercultura…”
La cibercultura es producto de la interacción del
hombre con la cibernética. Las actividades cotidianas vuelven a reconfigurarse
con la introducción de las tecnologías inherentes a internet. La computadora y
los nuevos dispositivos digitales modifican la vida de las personas, nuevas
costumbres aparecen, y como sucede con cualquier tecnología, una vez que se
introduce a nuestras vías resulta casi imposible concebir nuestras acciones sin
la mediación de éstas. Tal como señalaba Marshall McLuhan “Nosotros creamos
nuestras herramientas y luego éstas nos recrean”.
Con esto surge otro tema interesante llamado sociedad
de la información, como señala Raúl Trejo Delarbre(1996) “la sociedad de la
información, es un concepto que refiere a un nuevo entorno humano, en donde los
conocimientos, su creación y propagación son el elemento definitorio de las
relaciones entre los individuos y entre las naciones”.
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